Efectivamente, el mundo de la música no es ajeno a la crísis. Y como es lo que está de moda, yo no voy a ser menos y haré un par de comentarios al respecto.
Después de oir el revuelo que se formó con los despidos en EMI (recuerden que tanto Coldplay y Robbie Williams entre otros amenazaron con ir a la huelga si estos continuaban), llegan noticias de que el negocio de la música en directo empieza a agotarse. Y es que muchos artistas hace tiempo que descubrieron que los beneficios se encontraban ahí y no en los discos (sin ir más lejos, Radiohead con su ya archiconocido «In Rainbows» decició regalar su disco digitalmente y con buenos resultados).
Pero el problema llega de la mano de la crisis: muchos conciertos se están viendo cancelados o reubicados por problemas a la hora de vender entradas. Además, este tipo de oferta cultural se está viendo reducida ya que empieza a ser complicado pagar los cachés de las grandes bandas internacionales (y algunas nacionales). El problema es que se trata de la pescadilla que se muerde la cola: como los artistas tienen menos conciertos, suben sus cachés para compensar las perdidas y las promotoras son incapaces de contratarlos.
Si a alguien se le ocurre la solución, que se ponga en contacto con Bono (el cantante) y se la diga.